Los ojos de toda la humanidad están mirando al foso en donde todos nos estamos precipitando.

 

“¿Qué ancestros hablan en mi? No puedo vivir al mismo tiempo en mi cabeza y en mi cuerpo. Esa es la razón por la que no puedo ser solo una persona. Puedo sentir en mi una infinidad de cosas simultáneamente. El verdadero mal de nuestro tiempo es que ya no quedan grandes maestros. La senda del corazón está llena de sombras. Debemos escuchar las voces que parecen inútiles. Hacen falta cerebros llenos de largas tuberías de desagüe, de muros de colegio, de asfalto y de prácticas asistenciales. ¡Que entre el zumbido de los insectos! Debemos llenarnos los ojos, los oídos, con cosas que sean el inicio de un gran sueño. Alguien debe gritar que construiremos las pirámides. ¡No importa si después no las construimos! Debemos alimentar el deseo y debemos estirar el alma por todas partes, como si fuera una calle infinita. Si queremos que el mundo siga adelante debemos tomarnos de las manos. Debemos mezclar lo que se considera sano y lo que se considera enfermo. Vosotros los sanos, ¿qué significa vuestra salud? Los ojos de toda la humanidad están mirando al foso en donde todos nos estamos precipitando. La libertad es inútil si no teneis el coraje de mirarnos a la cara, de comer y beber con nosotros, de dormir con nosotros. Son los considerados sanos los que han llevado el mundo al borde de la catástrofe. ¡Hombre, escucha! En vosotros: agua, fuego y después cenizas y los huesos dentro de las cenizas. ¡Los huesos y las cenizas! ¿Dónde estoy cuando no estoy en la realidad ni en mi imaginación? He hecho un nuevo pacto con el mundo: debe estar soleado de noche y nevado en agosto. Las cosas grandes se acaban, son las pequeñas las que perduran. La sociedad debe estar unida, en vez de fragmentarse. Basta observar la naturaleza para comprender que la vida es simple. Y que se debe volver al punto de inicio. Al punto donde tomásteis el desvío equivocado. Hace falta volver a los fundamentos principales de la vida. Sin contaminar el agua. ¡Qué clase de mundo es este si es un loco el que os dice que deberíais avergonzaros! Y ahora música. Oh, madre, oh, madre. El aire es ese algo ligero que gira en torno a la cabeza y se vuelve más límpido cuando ríe.”

Andréi Tarkovski, Nostalghia, 1983.

 

“En griego, «regreso» se dice nostos. Algos significa “sufrimiento”. La nostalgia es, pues, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar. La mayoría de los europeos puede emplear para esta noción fundamental una palabra de origen griego (nostalgia) y, además, otras palabras con raíces en la lengua nacional: en español decimos “añoranza”; en portugués, saudade. En cada lengua estas palabras poseen un matiz semántico distinto. Con frecuencia tan sólo significan la tristeza causada por la imposibilidad de regresar a la propia tierra. Morriña del terruño. Morriña del hogar. En inglés sería homesickness, o en alemán Heimweh, o en holandés heimwee. Pero es una reducción espacial de esa gran noción. El islandés, una de las lenguas europeas más antiguas, distingue claramente dos términos: söknudur: nostalgia en su sentido general; y heimfra: morriña del terruño. Los checos, al lado de la palabra “nostalgia” tomada del griego, tienen para la misma noción su propio sustantivo: stesk, y su propio verbo; una de las frases de amor checas más conmovedoras es styska se mi po tobe: “te añoro; ya no puedo soportar el dolor de tu ausencia”. En español, “añoranza” proviene del verbo “añorar”, que proviene a su vez del catalán enyorar, derivado del verbo latino ignorare (ignorar, no saber de algo). A la luz de esta etimología, la nostalgia se nos revela como el dolor de la ignorancia. Estás lejos, y no sé qué es de ti. Mi país queda lejos, y no sé qué ocurre en él. Algunas lenguas tienen alguna dificultad con la añoranza: los franceses sólo pueden expresarla mediante la palabra de origen griego (nostalgie) y no tienen verbo; pueden decir: je m’ennuie de toi (equivalente a «te echo de menos» o “en falta”), pero esta expresión es endeble, fría, en todo caso demasiado leve para un sentimiento tan grave. Los alemanes emplean pocas veces la palabra “nostalgia” en su forma griega y prefieren decir Sehnsucht: deseo de lo que está ausente; pero Sehnsucht puede aludir tanto a lo que fue como a lo que nunca ha sido (una nueva aventura), por lo que no implica necesariamente la idea de un nostos; para incluir en la Sehnsucht la obsesión del regreso, habría que añadir un complemento: Senhsucht nach der Vergangenheit, nach der verlorenen Kindheit, o nach der ersten Liebe (deseo del pasado, de la infancia perdida o del primer amor).”

Milan Kundera, La Ignorancia, 2000.

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